5.1.14

LECTURA DE ANDREA QUEROL SOBRE “NADA QUE DECLARAR” DE TERESA RUIZ ROSAS

El nuevo libro de Teresa Ruiz Rosas.

Lectura de Andrea Querol sobre Nada que declarar de Teresa Ruiz Rosas
(Presentación en el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán el 11.09.2013


A Teresa Ruiz Rosas la conocí hace sólo un par de años en marzo de 2011. Me contó que estaba escribiendo una novela con la trata de personas como tema de fondo. Conversamos largo sobre la situación nacional e internacional en relación al delito. Me llamó mucho la atención su enorme interés y su gran sensibilidad. Además, era evidente que tenía muchísima información sobre el tema y lo que ocurría en Europa y en el mundo. Hace algunas semanas me llamó y me pidió presentar hoy su novela y, la verdad, para mí es un honor.

Leer Nada que declarar, a pesar de conocer sobre el tema de trata y de saber y haber visto de cerca el sufrimiento de las víctimas, me ha conmovido; la novela me fue ganando: es entretenida, pero además muy bien documentada, entre otros temas, con relación al de la trata, haciéndome repensar algunas cosas con otra óptica… Lo interesante de esta novela, que puede ser cruda por partes, es que a la vez se entrelazan historias de amor, de amistad, que transmiten ese otro lado bueno de las cosas y de las relaciones humanas. Y está también la historia de Gastón Solís, el Hombre de los Libros Rojos, el peruano que en Alemania, en los años 60, imprime de manera clandestina libros prohibidos, progresistas, de las décadas de los veinte y treinta, que permiten a los jóvenes de la época informarse con libros del pensamiento contestatario.

En la presentación de la novela que hizo Marco Martos hace algunas semanas, dijo que se trataba de una novela río que se expande y en la que van surgiendo los personajes. Y, en efecto, es como él dice. A lo largo de la novela surgen no sólo los personajes, sino las historias, todas hilvanadas a través del personaje central, Silvia. Y cada historia, a medida en que se va desarrollando, va adquiriendo un sentido, que la vincula a la historia de violencia y dolor de Diana Postigo que se desarrolla en paralelo (una Diana que se llama Dianette en alusión al nombre de un tipo de sandalia). Y digo en paralelo porque mientras Diana confía y es engañada, encerrada y explotada, Silvia confía también, y toma riesgos (de hecho es más arriesgada que Diana y se respira el peligro al que se expone), sólo que en su caso, cada vez que pareciera que sufrirá las consecuencias, algo ocurre que mitiga o evita que se vea envuelta en una situación de violencia o de abuso; en el lector, va generando una sensación de suspenso, de angustia.

Esta noche quiero ante todo transmitir una serie de sensaciones, reflexiones e interrogantes que fueron motivadas por la lectura de la novela de Teresa. Me han pedido que el comentario sea en torno al tema de trata, y en eso me voy a centrar. Desde las primeras páginas se hacen presentes todos los elementos de la trata y, a lo largo del relato, nos encontramos con que los datos que recoge la autora son precisos. Aunque escoge a Diana, una peruana, para representar a la víctima de trata, también nos cuenta que en Europa no son las peruanas las más cotizadas, en todo caso no son las que llegan a Alemania. En 2010, CHS Alternativo hizo una investigación que permitió precisamente demostrar que llevan más víctimas de trata a Europa procedentes de otros países como Brasil o Colombia e incluso Ecuador. Pero a lo largo de la novela, Teresa también nos ofrece estadísticas, cifras sorprendentes: – por ejemplo, que en Alemania, para el 80% de la población la prostitución es algo normal; – o que hay en España ½ millón de mujeres con destino al mercado sexual, procedentes la mayoría de Nigeria, Colombia, Ecuador o el Este europeo. – O que en Alemania, de 360,000 mujeres en el mercado sexual, más del 60% son extranjeras. Todas, claro, cifras aproximadas, porque a las mujeres en el momento de los operativos, las esconden de la policía… (Más aún si son menores de edad). Y si son casos de trata, es aún más incierto. Así, encontramos información bastante precisa sobre la situación de las víctimas de trata en general: cómo son captadas, luego sometidas y explotadas, pero la autora también transmite con una enorme sensibilidad lo que es el sufrimiento de estas mujeres vejadas, aisladas y sin salida. Finalmente, el lado del tratante, del proxeneta, rufián, sus roles, su conducta violenta, abusiva, de cosificación de la mujer.

Quisiera recorrer algunos momentos (aspectos) de la novela que considero claves y compartirlos con ustedes:

1.- LA VIVENCIA DE LA PERSONA QUE SE ENCUENTRA EN SITUACIÓN DE TRATA: está muy bien plasmado lo que tiene que ver con el sufrimiento de las víctima, la desesperación de las mujeres, la rabia y la impotencia, la depresión que va minando las ganas de salir (p.156) o escapar, y que puede incluso llevarlas al suicidio: y cómo esto se repite una y otra vez en diversos casos. Son CICLOS.

Diana, engañada al ser seducida a los 17 años (justo antes de cumplir los 18) y que vive recluida sin dominar el idioma, sin conocer la ciudad, sin visa o documentos para facilitarle la huida, no se quita la vida, por su mamá y porque desea reparar el dolor que le puede haber ocasionado su ausencia. Esa es la esperanza que tiene. Hay esperanza. Jhinna, en la vida real, nos contaba a nosotros (en el CHS) que no se quitó la vida por su hija.

Teresa también describe claramente la situación de control absoluto de parte del tratante: incautación de documentos de identidad, DNI, pasaporte, la falsificación de documentos nuevos si fuera el caso, cómo la correspondencia pasa por el filtro del tratante, etc. Todo está allí. En el Perú observamos la misma realidad, salvo que en vez de controlar la correspondencia, es el celular o teléfono el que está controlado por el tratante. También el control de matones es un hecho, la permanente vigilancia, tuvimos un caso en Iquitos.

Y está la sensación de indefensión de las víctimas: el sometimiento, el miedo a la denuncia, el miedo a que las maten, el miedo a regresar a sus casas y a ser estigmatizadas, el miedo a no encontrar trabajo, o a no ser capaces de aprender otro oficio si lograran escapar…

Una de las principales formas de enganche de las víctimas (tanto para explotación sexual como laboral) es la servidumbre por deudas, que acá también está claramente descrita (p.154). Lo descrito es lo que ocurre: Los relatos de las víctimas que entrevistamos y atendemos, a veces parecen fantasiosos por lo terrible que surge cuando se entra en los detalles, pero a veces lo más simple (me engañó mi pareja, me fui con mi tía, mi mamá me dijo que vaya) revela situaciones difíciles de imaginar, y cuyo relato está impregnado de sufrimiento.

2.- LA TOMA DE CONCIENCIA DE LA REALIDAD (O LA NEGACIÓN DE LA MISMA): Silvia la traductora (el personaje principal) viaja en tren con cierta frecuencia a Düsseldorf sobre todo por motivos de trabajo, y eso es lo que le permite ver el Edificio una y otra vez (la primera vez en el 86), desde el tren se puede observar las ventanas numeradas con las chicas exhibiéndose, y el que quiere puede llamar incluso desde el tren para averiguar. Y ella ha escuchado a más de un grosero “gritando sobre las ventajas o desventajas de un número”, ventilando su machismo y soltando bromas, sin importarles la presencia de otros pasajeros. Un vuelo a Iquitos con trabajadores, por ejemplo, revela la misma actitud: en tren o avión, en Alemania o en Perú.

En efecto, el Edificio fue construido por el Estado en 1962, como nos informa la autora (p. 63-64), y la intención era aislar a las mujeres de vida ligera. Para ordenar y limpiar la ciudad: “moderno complejo habitacional de 4 bloques residenciales para jóvenes ligeras”. (cita Die Zeit). Para muchos, muy práctico porque se esconde el problema, y así uno se cree lo que quiere… y no ve lo que no quiere ver. Silvia, cuando se inquieta por lo que observa, y se pone en el lugar de las mujeres encerradas, pregunta a su alrededor, y confirma, que muchísima gente que pasa por allí, ni siquiera se ha fijado en el edificio, y si lo ha visto, no le ha llamado la atención. Recibe respuestas como: toda la vida ha sido así. ¡¡¡No lo vas a cambiar!!! Esto forma parte de la invisibilidad del problema: se camufla dentro de la tolerancia social, y se sombrean los casos de trata con los casos de prostitución. En el Perú es exactamente igual: el bar La Noche en Piura es un ejemplo claro de esto. Y Silvia cita a Albert Einstein: “nos advirtió antes de 1955 que el mundo no está amenazado por las malas personas, sino por quienes permiten la maldad.” (p.64 -65). Yo también recuerdo haber estado en Ámsterdam en la zona roja y haber tenido la sensación de que estaba rodeada de un mundo surrealista y no podía evitar preguntarme cuántas de esas jóvenes en las vitrinas eran mujeres que estaban siendo obligadas y estaban en situación de encierro. Quizás lo que más impacta es no sólo ver la cantidad de hombres, muchos de Europa del Este, en grupos, bebiendo y claramente yéndose de putas, sino a todo tipo de turistas observando con curiosidad y pasándola bien; y lo otro que impacta es darse cuenta de que uno forma parte de ese grupo de turistas que también observa pasivamente desde afuera. Eso está muy claramente graficado en la novela de Teresa: la pasividad de la población que simplemente se da porque la vida cotidiana hace muchas veces pasar por alto lo que ocurre a su alrededor.

3.- DÜSSELDORF: LA GRAN PARADOJA: En una Alemania que, como describe bien la autora (y además lo hace presente a lo largo de la novela), tiene un desarrollo intelectual, cultural y político tan avanzado, llama la atención de Silvia, cómo puede convivirse con tanta indiferencia con algo tan terrible como la trata de personas: con una avenida, la KÖ, que es la más cara y exclusiva de Alemania, y siendo la ciudad con más galerías de arte por habitante del país… Sin embargo, a pocas cuadras de la estación central: quienes entran o salen de la misma, pueden ver la edificación con sus 100 ventanas numeradas (como un calendario de adviento, sugiere Silvia Olazábal). Y entonces aparece la pregunta que obviamente está planteada: ¿la educación, la cultura son determinantes, importan para impedir la trata de personas? Pareciera indistinto… No es un tema de cultura, no es un tema de educación, no es un tema de poder adquisitivo. Es un tema de poder (como bien lo menciona Teresa en su libro), de un ser humano sobre el otro, (que es atractivo/adictivo para quien detenta el poder) y, esencialmente, un tema de poder económico. Además, es un tema que involucra la corrupción, y, por otro lado y por sendas separadas, es un tema de valores. Se da por igual: Düsseldorf o Iquitos, tren o avión. Profesionales (ingenieros) que se dirigen a Iquitos por semanas a trabajos de exploración, por ejemplo, que son gente preparada, leída, etc.

4.- LA LIBERACIÓN: En la novela se describen claramente los sentimientos encontrados de Silvia, cuando se encuentra por primera vez en la estación central con Diana Postigo, que acaba de escapar, y le pide ayuda. Se debate entre la sensación de tener que ayudar, y las dudas y los prejuicios ante la golfa, la prostituta. Estos son sentimientos y conductas que en efecto suelen estar presentes en las personas, en el ciudadano de a pie. Hay un estigma y se despierta un rechazo hacia la prostituta y que probablemente se darían en cualquiera que se encuentre en una situación similar. Y surge la pregunta de cómo puede entonces una víctima salir y buscar ayuda.

Hasta ahora, también en el Perú, las liberaciones están sujetas al azar y la suerte: Eso es lo que encontramos en muchísimos de los casos: la suerte de encontrar a alguien que las ayude a escapar:
– un cliente más sensible, que piensa en sus hijas, que se solidariza con el miedo
– un vigilante, que decide no hacerse cargo del sufrimiento de alguien que lo conmovió más que otro
– un tío que paga por rescatar a su sobrina y cuyos tratantes tienen mucho que perder si se resisten
– un descuido del tratante o los matones (se sabe de un caso en Iquitos, por ejemplo)
– el bolso lanzado por una ventana enrejada, con un papel escrito con lápiz de labios pidiendo ayuda (fue el caso de una peruana en Chile).

Pocas veces es un operativo policial bien planificado. La intervención del Estado se hace necesaria de manera sistemática. La policía sabe dónde están las víctimas y muchas de las menores de edad.

Preocupa lo que ocurre en Europa. Alemania se caracteriza por tener cifras importantes de víctimas de trata. (Por ejemplo, el mundial de fútbol llevó a cerca de 40 mil mujeres, ya desde el 2005 se había iniciado la campaña.)

En el Perú, específicamente en Iquitos, los policías nos han dicho que saben, pero no tienen dinero para el seguimiento, pagar informantes, o el operativo. Por ahora, ante la ausencia de la intervención del Estado, queda el azar. Las víctimas sales de su situación de cautiverio por esas circunstancias (el bolso en Chile, el tío que paga por el rescate, etc.)

5.- LA IMPORTANCIA DE COMUNICAR: El 8 de Marzo del 2006, Diana Postigo, de 20 años, escucha radio “La hora Latina en Radio Multicultural” y además de identificarse con la música de Susana Baca, (soñando con su libertad, y recordando su familia, su vida en el Rímac), sigue con enorme interés a la locutora (Lorena), que se convierte en manos de Teresa, en la voz amiga de Diana: se convierte en un personaje clave para ella, de soporte, que además le ofrece información, estableciéndose un vínculo fundamental para ella. La escuchó por primera vez un año antes: le hicieron una entrevista a una periodista. Alice Schwarzer, que dice “lo que allí compran los hombres no es sexo sino poder. Que lo que enciende a los clientes es su poder de mando y el servilismo de ellas: Esas dos frases, que Lorena Marín tuvo la precaución de repetir tres veces en español para que ninguna, ningún oyente quedara sin entender a cabalidad fueron el motor que acabaría cambiándole de nuevo la vida”.

Y Diana piensa que es increible: “que alguien sin conocerla ni en pelea de perros, le explicara a Dianette Pöstges lo que Dianette Pöstges hacía.

Y aunque Diana no sabe que se festeja el Día Internacional de la Mujer, algo mueve una fibra adicional en ella, que la motiva a seguir adelante, y pensar en salir de su situación de esclavitud.

Y en determinado momento Diana (p.17) se dice cuánta palabra difícil; tremendo vocabulario maneja la amiga Lorena. Y escucha atentamente, porque le gusta oír a Lorena, identificándose con el discurso que habla sobre la injusticia, informando, pero esencialmente denunciando la explotación de mujeres.

Se hace fundamental llegar y comunicar a la población vulnerable y a las mismas víctimas. La radio es un instrumento poderoso de prevención y de motivación para el escape: ¿por qué no? Debemos usarlo más, debemos tener un programa específico en alguna radio, que las mujeres puedan sintonizar, que poco a poco les permita escuchar teléfonos, tipos de ayuda, de otras realidades que las hagan sentirse más acompañadas. En nuestro medio, es fundamental: y no basta con un spot de cuando en cuando. Se requiere algo constante, de conversación (algo así como lo de Maestre), pero mínimo 1 vez a la semana, algo que llegue a nivel nacional. A las zonas alejadas, lo único que llega, con suerte es la radio. En castellano, en quechua, en aymara.

Y la comunicación debe darse también por escrito…

6.- EL LIBRO: Siempre he tenido claro que hay que llegar a la población vulnerable y de alto riesgo, con simpleza pero con claridad; para poder informarles, advertirles, alertarlos… Pero también es fundamental sensibilizar a todas aquellas personas que de una u otra manera pueden ser parte de la cadena de la trata: parte de la demanda, cómplice en el silencio y la indiferencia, permitiendo el sistema… Y eso, Teresa lo logra… A través de Diana, la autora le da voz al sentimiento de cualquier víctima de trata y entre otras cosas al deseo expresado por Diana a Silvia, de que su historia sea relatada, escrita, y pueda ser eventualmente seguida por sus compañeras de ventanas (p. 150). En la página 153 Silvia le dice e Diana que es optimista en cuanto a índices de lectura y yo pensaba que si el libro puede llegar por lo menos a manos de algunos habitantes en el sector de Düsseldorf del edificio, o a quienes que pasan en tren frente al ventanal y se sensibilizan frente al tema ya se está haciendo mucho, en términos de prevención.

Contar su historia es fundamental (hemos tenido los casos de Jhinna, Ashaninkas)
Es una manera de liberar algo, de dejar de esconderse, de dejar de tener vergüenza, pero también liberar la esperanza. De que se haga justicia, de que aparezcan sus hijos, de recibir la ayuda que requieren para salir adelante.

Éste es un libro lleno de reflexiones, de propuestas y análisis sobre la libertad, el involucrarse o no, el rol de los que “miramos”. Lo lleva a uno a identificarse con muchos sentires, y a preguntarnos nuevamente: ¿cómo llegar a prevenir la trata?

Como dice Diana finalmente: “a cuántas chicas se les prendería el foco si saben lo que he vivido; novela o no novela ya da lo mismo, la cosa es que vean el peligro, no pisen el palito cada vez, se ahoguen en el tarro de miel como moscas”.

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